¡Oh gloriosa Santa Ana, madre de la Virgen María y abuela del Salvador!, tú que estás llena de compasión por quienes te invocan y de amor por los que sufren, hoy me postro a tus pies con el corazón lleno de fe, esperanza y necesidad.
Agobiado con el peso de mis problemas, recurro a ti como madre espiritual, modelo de paciencia y de caridad. Intercede por mí ante el trono de Dios, acompáñame en esta jornada de lucha y ruega para que mis súplicas sean escuchadas con misericordia.
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Santa Ana, modelo de confianza en medio de las pruebas
Tú que supiste esperar con paciencia el don de la maternidad, enséñame a confiar en los tiempos de Dios. Así como el Señor premió tu fe con la gracia de ser madre de la Santísima Virgen María, también yo te pido que me concedas la paciencia para aguardar su voluntad.
Santa Ana, te ruego con humildad que tomes a tu especial cuidado esta intención mía:
(aquí se puede hacer la petición en silencio)
Por favor, recomiéndala a tu hija, Santa María, y deposítala ante el trono de Jesús, de manera que Él pueda llevarla a una feliz resolución. Continúa intercediendo por mí hasta que mi petición sea concedida si es la voluntad del Padre Celestial.
Una abuela celestial que cuida de sus hijos
Santa Ana, abuela de todos nosotros en la fe, vela por mis pasos. Sé mi protectora y mi guía, alivia mis cargas y acompáñame en este caminar. Dame fortaleza, serenidad y sabiduría para afrontar cada reto con amor y con fe.
Enséñame a orar con el corazón, a amar sin medida y a vivir con esperanza. Que mi corazón, como el tuyo, esté abierto a la Palabra de Dios, y que cada día pueda crecer en virtud bajo tu cuidado maternal.
Madre de la Madre de Dios, concédeme la gracia de vivir santamente, de consagrar mis días al bien, de alejarme del pecado y de obrar siempre con caridad. Que mi vida sea reflejo de la fe que tú supiste transmitir a tu familia y al mundo.
Oración de perseverancia y fe diaria
Oh Santa Ana, ruega por mí todos los días de mi vida. Ayúdame a mantenerme firme en la oración, generoso en el servicio, constante en la fe y abierto a la gracia. Dame el valor de seguir adelante aún en los momentos de oscuridad.
Y cuando llegue el final de mis días, obtenme la gracia de que un día pueda ver a Dios cara a cara, para que contigo, la Virgen María y todos los santos pueda alabarle y bendecirle por toda la eternidad.
Amén.
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Te invitamos a rezar esta oración todos los días, con devoción y confianza, sabiendo que Santa Ana escucha con amor las súplicas de sus hijos. Su intercesión es poderosa y su amor maternal no conoce límites.
Que esta oración te acompañe y que encuentres en ella consuelo, esperanza y fe renovada cada mañana. Que Dios te bendiga y Santa Ana te proteja siempre.

















