Santa Faustina Kowalska es conocida como la apóstol de la Divina Misericordia. Fue elegida por Jesús para difundir su mensaje de amor y misericordia a todo el mundo. Su vida, marcada por la humildad, la entrega y la fe profunda, es un testimonio poderoso de lo que significa abandonarse totalmente al corazón de Cristo. Esta oración a Santa Faustina nos invita a pedirle su intercesión para transformarnos en reflejos vivos de la misericordia divina, tal como ella lo vivió.
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Oración de transformación en la misericordia de Dios
Deseo transformarme en tu misericordia y ser un vivo reflejo de ti, oh Señor.
Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo.
Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.
Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad.
Y yo misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.
Jesús mío, transfórmame en ti porque tú lo puedes todo.
Oración inspirada en Santa Faustina para vivir la misericordia
Santa Faustina, testigo viva del amor misericordioso de Dios, tú que viste el rostro de Jesús y escuchaste su voz, ayúdame a vivir como tú viviste: con humildad, entrega, silencio y confianza absoluta.
Enséñame a perdonar, incluso cuando me duela. Enséñame a comprender, incluso cuando no me comprendan. Enséñame a amar sin esperar nada a cambio.
Que en cada paso que dé, haya una huella de compasión. Que en cada palabra que diga, haya consuelo. Que en cada acción que realice, haya esperanza.
Ayúdame a transformar mi mirada para ver lo que otros no ven, para reconocer la belleza en medio del dolor, para descubrir la presencia de Dios en cada persona, especialmente en los más necesitados.
Que no me canse de hacer el bien. Que no me rinda cuando el mundo me juzgue. Que no olvide nunca que la misericordia es el camino más corto al cielo.
Santa Faustina, intercede por mí ante Jesús Misericordioso. Que su imagen viva en mi casa y en mi alma. Que su mensaje se imprima en mi corazón como un sello eterno.
Y cuando llegue mi hora, que sea recibido por los brazos de ese Cristo que tú conociste tan de cerca, con esa mirada que perdona, que restaura, que abraza.
Amén.
Oración diaria para imitar a Santa Faustina
Jesús misericordioso, hoy quiero caminar contigo como lo hizo Santa Faustina.
Quiero despertar con gratitud, vivir con alegría, hablar con ternura y servir con amor.
Enséñame a ser un reflejo tuyo, un espejo limpio donde otros puedan ver tu rostro.
Ayúdame a vivir la misericordia como un estilo de vida, no como un acto ocasional.
Que el perdón esté en mis labios, la compasión en mis manos, la empatía en mis ojos y la ternura en mi corazón.
Santa Faustina, ayúdame a tener esa paciencia que tú tuviste en medio del desprecio. Esa fe que no se apagó aun cuando dudaban de ti. Ese amor tan puro que supiste guardar en silencio.
Hazme pequeño para que Dios sea grande en mí.
Hazme humilde para que su gracia me eleve.
Hazme servicial para que mi vida tenga sentido.
Y si alguna vez tropiezo, si me canso, si me olvido de lo que vale la misericordia, tócame el alma y recuérdame que amar vale siempre la pena.
Amén.
Reflexión espiritual sobre Santa Faustina
Santa Faustina no fue una santa de grandes discursos ni de obras públicas. Fue una mujer silenciosa, enferma, muchas veces incomprendida… pero profundamente conectada con Jesús. A través de ella, el mundo conoció el mensaje de la Divina Misericordia. Su diario, escrito con obediencia, es un río de amor, dolor, visiones y enseñanzas que siguen tocando miles de corazones hoy.
La oración a Santa Faustina es más que una súplica: es una invitación a vivir como ella, a reflejar a Cristo en nuestra cotidianidad. Es preguntarnos cada día: ¿estoy siendo misericordioso con los demás?, ¿mi forma de vivir habla del amor de Dios?
La misericordia no es debilidad, es fuerza divina. No es olvido, es sanación. No es sumisión, es libertad. Jesús le dijo a Faustina: “La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija con confianza a mi misericordia”.
Y esa es la tarea: confiar. Confiar aunque todo esté oscuro. Confiar aunque no entendamos. Confiar aunque sintamos que nadie nos ve. Porque Jesús sí ve. Sí actúa. Y sí transforma.
Que cada día recemos no solo con palabras, sino con gestos. Que nuestros pasos digan misericordia. Que nuestras acciones inspiren paz. Que nuestro silencio consuele. Que nuestra mirada levante.
Como Santa Faustina, pidamos: “Jesús, en ti confío”.
Amén.

















