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Jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario — 24 de julio de 2025
Leccionario: 398
Primera lectura
Éxodo 19,1‑2.9‑11.16‑20
En el tercer mes después de salir de la tierra de Egipto, en el primer día, toda la comunidad de Israel llegó al desierto del Sinaí. […] El Señor dijo a Moisés: “Vayan al pueblo y que se santifiquen hoy y mañana; que laven sus vestiduras y estén preparados para el tercer día; porque al tercer día descenderá el Señor sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo”. Al tercer día, al amanecer, hubo truenos y relámpagos, y una nube densa cubría el monte, y se oyó un sonido muy fuerte de trompeta; todo el campamento tembló. Moisés hizo salir al pueblo del campamento al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. Monte Sinaí estaba envuelto en humo, porque el Señor descendió sobre él en fuego; el humo subía como el de un horno y toda la montaña temblaba violentamente. La trompeta sonaba cada vez más fuerte mientras hablaba Moisés, y Dios respondía con truenos. Cuando el Señor descendió sobre la cima del monte, llamó a Moisés.
Salmo responsorial
Dn 3,52.53.54.55.56
R/. Gloria y alabanza por siempre.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres;
bendito tu nombre, santo y glorioso;
bendito eres en el templo de tu santa gloria;
bendito eres sobre el trono de tu reino;
bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos;
bendito eres en la bóveda del cielo.
Aclamación antes del Evangelio
R/. Aleluya.
Bendito eres, Padre de cielo y de tierra; has revelado estas cosas a los sencillos.
Evangelio
Mateo 13,10‑17
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: “¿Por qué les hablas en parábolas?” Él les respondió: “A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá más, y al que no tiene se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas: porque ven, pero no ven, y oyen, pero no oyen ni entienden. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías:
‘Oiréis y no comprenderéis,
veréis y no entenderéis;
porque este pueblo tiene el corazón endurecido,
los oídos cerrados,
los ojos velados,
para no ver con los ojos,
ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse y sanaros.’
¡Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos han deseado ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.”
Fuente de las lecturas: Vatican News / USCCB. :contentReference[oaicite:0]{index=0}
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