Evangelio y lecturas del 22 de julio de 2025

Fiesta de Santa María Magdalena — 22 de julio de 2025

Leccionario: 603


Primera lectura
Cantar de los Cantares 3, 1‑4

Esto dice la esposa:
«En mi lecho, por las noches,
a mi amado yo buscaba.
Lo busqué, pero fue en vano.
Me levantaré; por las plazas
y barrios de la ciudad
buscaré al amor de mi alma.»

«Lo busqué, pero fue en vano.
Me encontraron los guardias
de la ciudad, y les dije:
“¿No han visto al que ama mi alma?”»
Apenas se alejaron,
«encontré al amor de mi alma».

O bien: 2 Corintios 5, 14‑17

Hermanos: El amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Por eso nosotros ya no juzgamos a nadie con criterios humanos.
Si alguna vez hemos juzgado a Cristo con tales criterios, ahora ya no lo hacemos.
El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. ¡Ya todo es nuevo!


Salmo responsorial
Salmo 62 (63), 2. 3‑4. 5‑6. 8‑9

R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco;
de ti sedienta está mi alma.
Señor, todo mi ser te añora,
como el suelo reseco añora el agua.
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Para admirar tu gloria y tu poder,
anhelo contemplarte en el santuario.
Pues mejor es tu amor que la existencia;
siempre, Señor, te alabarán mis labios.
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Podré así bendecirte mientras viva
y levantar en oración mis manos.
De lo mejor se saciará mi alma;
te alabaré con júbilo en los labios.
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Fuiste mi auxilio
y a tu sombra canté lleno de gozo.
A ti se adhiere mi alma
y tu diestra me da seguro apoyo.
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.


Aclamación antes del Evangelio

R/. Aleluya, aleluya.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada.»
R/. Aleluya.


Evangelio
Juan 20, 1‑2. 11‑18

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto».

María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Ellos le preguntaron: «¿Por qué estás llorando, mujer?» Ella respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Al decir esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Él le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el jardinero, contestó: «Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto». Jesús le dijo: «¡María!» Ella se volvió y exclamó: «¡Rabbuní!», que en hebreo significa ‘Maestro’.

Jesús añadió: «Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’».

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: «He visto al Señor», y les contó lo que él le había dicho.


Fuente de las lecturas: USCCB — Lecturas de hoy, 22 de julio 2025.

Dale Like a nuestra página de Facebook para más oraciones