Table of Contents
Madre del Socorro eterno, escúchame
Hoy vengo a ti, Virgen del Perpetuo Socorro, con el alma herida y las fuerzas agotadas. En ti busco refugio, alivio y respuesta. Así como acudo en momentos difíciles, hoy me postro ante tu imagen, pidiendo tu auxilio materno.
Virgen de los afligidos, no me abandones
Tú que consuelas a quien sufre, acompaña mis pasos. Esta carga que llevo parece más pesada cada día. Siento que no puedo más, y aún así, confío. Tú nunca has desoído a tus hijos. Como cuando elevamos una oración de protección poderosa, hoy levanto mi voz hacia ti.
Sostén a los que amo
No solo te pido por mí, Madre buena, sino también por quienes amo. Protégelos del mal, del dolor, de las decisiones erradas. Intercede por ellos como intercedes por los más necesitados. Tú que eres refugio para los hijos, mira también por los míos, como cuando elevamos una oración por los hijos.
Toca mi cuerpo y mi alma
Virgen santa, si es tu voluntad, alcánzame sanación. No solo del cuerpo, también del espíritu, del corazón cansado. Ayúdame a levantarme con la dignidad de quien se sabe amado por Dios. Sana también mis recuerdos, mis errores, mis dudas.
Guía mis decisiones
Estoy perdido. No sé qué camino seguir. Pero tú, como Estrella del Mar, sabes guiar a los que navegan en tormenta. Ilumina mi mente, inspira mis palabras, endereza mis pasos. Como quien busca la Divina Providencia, hoy pongo mi vida entera en tus manos.
Dame paz en medio del dolor
No te pido que quites toda dificultad, sino que me ayudes a atravesarla con fe. Que aunque duela, no me aleje de Dios. Que aunque tiemble, siga creyendo. Que aunque llore, no me rinda.
Sé mi amparo de noche y de día
En cada jornada, sé tú mi escudo. En cada noche, mi descanso. En cada amanecer, mi esperanza. Así como entregamos nuestras preocupaciones en una oración nocturna, hoy me entrego a ti, sin reservas.
Madre del Perpetuo Socorro, no te apartes
Permanece a mi lado, incluso cuando yo me aparte. Recuérdame tu amor cuando lo olvide. Sé paciente conmigo. Y si mi fe se apaga, enciéndela tú con tu ternura. Quédate conmigo, Madre, porque sin ti, todo se vuelve más oscuro.
Gracias porque ya estás obrando
Gracias por lo que haces en silencio. Gracias por los milagros que no veo pero ya están en marcha. Gracias porque en medio del dolor, tu mirada me sostiene. Y gracias porque, aunque a veces dude, tú no dejas de creer en mí.
Amén
Amén, Virgen del Perpetuo Socorro. Intercede siempre por mí. En esta causa, en este momento, en esta vida. No me sueltes, no me dejes. Llévame de tu mano a Cristo. Y cuando todo haya pasado, haré público mi agradecimiento. Amén.
















