Table of Contents
San Miguel, guerrero de las causas imposibles
Oh glorioso San Miguel Arcángel, príncipe de los ejércitos celestiales, defensor de la justicia divina, hoy me postro ante ti con el alma rota y la esperanza al borde del abismo. Esta causa que me consume parece no tener salida, pero sé que nada es imposible para Dios cuando tú intercedes.
Cuando todo parece perdido
Hay momentos en los que el corazón ya no puede más, en los que el alma grita en silencio y el cuerpo se rinde. En esta hora oscura, recurro a ti, San Miguel, pidiéndote auxilio urgente. Tú que derrotaste al enemigo, derrótalo también en esta batalla que enfrento.
Como suplicamos en los días más duros, hoy elevo esta oración como clamor que no se rinde, como súplica que no se apaga.
Una causa que sólo el cielo puede resolver
San Miguel, tú conoces lo que hay en mi corazón. Esta situación me supera, pero confío en que tú puedes mover montañas, abrir caminos, tocar corazones. Intercede ante Dios con tu espada de justicia, con tus alas de luz, con tu voz que comanda ángeles.
Como pedimos protección en oraciones poderosas, hoy ruego por refugio y fuerza. Que el miedo no me paralice, que el dolor no me venza, que la desesperanza no me nuble la fe.
Fe en medio del caos
Esta causa desesperada está en tus manos, San Miguel. Ya no sé qué hacer. Ya no tengo fuerzas. Pero sigo creyendo. Sigo esperando. Sigo confiando en ti, porque has sido escudo en las guerras del alma.
Como en la búsqueda de sustento, también aquí ruego por consuelo y por una respuesta clara, urgente, poderosa.
No me abandones en esta prueba
San Miguel Arcángel, tú que acompañas a los que claman con fe, ven a mi auxilio. Lucha por mí. Habla por mí. Pelea esta batalla que ya me rebasa. Da claridad donde sólo hay confusión, da fe donde sólo hay duda.
Como intercedemos por quienes amamos en súplicas por nuestros hijos, hoy te presento esta causa con todo mi ser. Tómala, llévala a lo alto, y deja que el cielo actúe.
Un milagro necesario
San Miguel, no te pido riqueza, ni poder, sólo paz. Sólo que esto que me atormenta se resuelva. Sólo una señal, un cambio, una oportunidad. Que se abran las puertas, que se calmen las tormentas, que vuelva la esperanza.
Tal como confiamos en la Divina Providencia, hoy me abandono a ti. Haz lo que el mundo no ha podido. Restaura lo que ha sido quebrado.
Amén, en fe y confianza
Gracias, San Miguel, por tu presencia constante. Gracias por ser mi guardián, mi fuerza, mi amigo fiel. Aunque todo se derrumbe, tú sigues de pie, alzando tu espada en mi favor.
Te entrego esta causa desesperada, sabiendo que con tu ayuda, lo imposible se vuelve posible.
Amén.
















