Oración de San Ambrosio
Amable Señor Jesucristo, yo que soy pecador, sin presumir nada por mis propios méritos, pero lleno de confianza en tu misericordia y tu bondad, me acerco con temor y temblor a la mesa de tu convite. Puesto que tengo el corazón y el cuerpo manchados por innumerables crímenes y mi inteligencia y mi boca mal vigiladas, por eso, pobre pecador, oprimido por la angustia, acudo a ti, oh, Divinidad santísima, oh, tremenda majestad, fuente de misericordia, y me apresuro a buscar la salud de mi alma bajo tu protección; y ya que no puedo mirarte como juez, suspiro por tenerte como salvador.
Te presento, Señor, mis llagas y te descubro mi vergüenza. Pues sé que mis pecados son grandes y muchos, por eso temo y, sin embargo, espero en tu misericordia, que es infinita. Mírame con ojos de misericordia, Señor Jesucristo, rey eterno, Dios y hombre, crucificado por el hombre. Escúchame, ya que espero en ti; ten compasión de mí, que estoy lleno de miserias y pecados, tú, fuente de misericordia, que manas sin cesar