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Orígenes y noble cuna de San Roque
Roque nació en Montpellier, Francia, hacia 1295, en una familia de gran influencia política y económica. Sus padres, Juan y Libera, lo educaron en la caridad cristiana desde pequeño. A los veinte años quedó huérfano y, siguiendo el consejo del Evangelio, distribuyó su herencia entre los pobres antes de emprender una vida de peregrino. Aquella renuncia radical sentó las bases de su fama como santo de la Providencia.
Desde su juventud mostró sensibilidad hacia los enfermos. Crónicas de su ciudad narran que ingresaba de incógnito a los hospitales para alimentar a los indigentes, lavándoles las heridas. Ese espíritu solidario lo acompañaría durante sus recorridos por Italia, donde la peste bubónica asolaba poblaciones enteras.
Quien enfrenta decisiones sobre bienes materiales encuentra inspiración en esta primera etapa de Roque. Devotos modernos repiten la súplica para tiempos difíciles pidiendo la valentía de compartir lo propio ante cualquier crisis.
Peregrino hacia Roma: voto de caridad
Con bastón y bordón, Roque partió hacia Roma buscando ganar indulgencias y servir a los necesitados. El trayecto lo llevó por Lombardía, regiones afectadas por guerra y pestilencia. Vestido de simple peregrino, sanaba a los enfermos con la señal de la cruz y con hierbas que recogía en el camino.
Se cuenta que en cada hospital rezaba el salmo 91 antes de acercarse a los contagiados, pronosticando su pronta recuperación. A diferencia de otros viajeros que huían del contagio, Roque entraba en las salas más infectadas, confiando en la protección divina.
Hoy, muchos voluntarios de pastoral hospitalaria llevan su medalla y rezan la oración para enfermos antes de visitar salas COVID o de fiebre dengue, invocando la misma fe intrépida del santo francés.
San Roque y la peste en Milán: primeros milagros
Al llegar a Milán, encontró hospitales desbordados. Enfermeras relataban que, tras su oración y trazado de la cruz sobre los bubones, la fiebre remitía y las manchas ennegrecidas se secaban. Los archivos de la catedral registran “curaciones repentinas” atribuibles al “joven peregrino francés”.
Roque nunca cobró por su servicio; pedía a los curados que dieran gracias a Dios y compartieran pan con los necesitados. Así nació la costumbre de repartir panecillos bendecidos cada 16 de agosto, su fiesta litúrgica, creyendo que quien los comparta será preservado de epidemias.
En barrios populares, familias mexicanas hornean bolillos y los distribuyen entre vecinos pobres para “propagar la salud” del santo, acompañándolo con la oración de protección contra enfermedades.
Contagio en Piacenza y retiro al bosque
Tiempo después, Roque también contrajo la peste mientras asistía a enfermos en Piacenza. Temiendo contagiar, se retiró a un bosque cercano para morir en soledad. Allí improvisó una choza de ramas junto a un arroyo; su única medicina era la oración continua.
Los días pasaban con fiebre alta y heridas supurantes. Sin embargo, Roque se mantuvo en confianza absoluta: “Si muero, estaré con Dios; si vivo, serviré más”. Esa entrega inspira a pacientes en cuarentena o aislamiento, quienes colocan su imagen cerca de la cama.
Al rezar por la propia recuperación, muchos añaden la oración poderosa para pedir ayuda, uniendo su dolor al del santo.
El milagro del perro y el pan
Cuenta la leyenda que un perro de un noble cercano comenzó a llevarle pan fresco cada día, lamiendo sus llagas hasta curarlas. El animal partía de la mesa de su amo, Gotardo, quien extrañado lo siguió y halló a Roque a punto de morir. Gotardo acogió al peregrino y completó su recuperación.
Por esta razón, San Roque es patrono de los perros y de quienes cuidan mascotas. Muchos dueños piden su intercesión cuando su perro enferma, encendiendo una vela verde y rezando tres padrenuestros en su honor.
Veterinarios católicos suelen colocar su estampa en la sala de espera y encomendar cada cirugía animal a su cuidado, acompañando el rito con la Magnífica poderosa por la creación.
San Roque prisionero: anonimato y revelación final
Al recuperarse, Roque quiso regresar a Montpellier, pero las guerras lo atraparon. Acusado de espía por vestir ropas de mendigo, fue encarcelado sin revelar su identidad para imitar el silencio de Cristo. Permaneció así cinco años, soportando heridas y cadenas.
Solo tras su muerte se halló un pergamino en su ropa con la inscripción “Quien invoque a Roque será liberado de plagas”. Grandes camposantos europeos consignan disminución de peste donde sus reliquias pasaban en procesión.
Personas que se sienten “prisioneras” de deuda o adicción colocan su estampa en la billetera y rezan la súplica para tiempos difíciles, confiando en la liberación que él encarna.
Patrono contra epidemias y protector de hospitales
En 1629, cuando la “peste grande” llegó a Milán, cardenales ordenaron procesiones con su imagen. Los cronistas hablan de descensos notables en contagios tras estas rogativas. Por eso, capillas de hospitales de todo el mundo conservan cuadros de Roque con vestidura de peregrino y herida expuesta.
Durante la pandemia reciente, médicos mexicanos colocaron velas junto a su icono en salas de terapia intensiva y entronizaron la frase “Rex gloriae, veni cum pace” en sus respiradores portátiles.
Aún hoy, enfermeros rezan la oración corta: “San Roque, que tus manos atiendan a través de las nuestras”, antes de cada guardia. Esta devoción se refuerza con la meditación diaria del texto para enfermos.
San Roque y los animales: devoción de los perros
Algunos templos bendicen mascotas cada 16 de agosto. Los sacerdotes ungen con aceite la cabeza del perro y pronuncian: “Que San Roque, amigo de los animales, proteja tu vida”. Dueños agradecen colgando galletas caninas en el estandarte del santo.
Colectivos de rescate animal organizan caminatas con la imagen y reparten panecillos con forma de hueso, recordando el pan milagroso. Dichos eventos amplían la devoción más allá del ámbito estrictamente religioso.
En redes sociales, los hashtags #RoquePorMiPerro y #ProtecciónAnimal se viralizan cada agosto, acompañados frecuentemente por la lectura de la oración de protección.
Oración poderosa a San Roque por la salud de la familia
“Glorioso San Roque, valiente en la peste y amigo de los enfermos,
intercede por mi familia; aleja virus y dolencias,
haz llegar el pan de la salud a nuestra mesa,
y que tu perro fiel espante todo mal. Amén.”
Se recomienda rezarla con una vela verde y un trocito de pan. Al finalizar, el pan se entrega a alguien con necesidad, imitando el gesto del perro solidario.
Quienes atraviesan largos postoperatorios combinan esta oración con la lectura diaria del salmo 91, confiando en la sombra protectora del Altísimo.
Novena de San Roque para tiempos de epidemia
La novena tradicional inicia el 8 de agosto y culmina en su fiesta. Cada día se enciende una veladora blanca, se reza el rosario completo y se medita un episodio de su vida. Tras la lectura, se invoca: “San Roque, ruega por nosotros para que seamos liberados de toda peste de alma y cuerpo”.
Durante la última pandemia, familias rezaron la novena virtualmente, compartiendo la señal de la cruz con gel antibacterial como nuevo gesto de fe encarnada. Al noveno día, entregaban víveres a personal sanitario, cumpliendo la promesa de caridad.
Muchos fieles unieron la novena con la oración de la llave de San Pedro, pidiendo puertas abiertas al fin de la enfermedad.
Testimonios actuales de favores y sanaciones en México
En Puebla, una madre relató que su hijo salió de neumonía tras colocar una estatuilla de Roque al pie de la cama del hospital. Envió la bata del niño a la parroquia como exvoto y financió diez camillas nuevas como agradecimiento.
En Yucatán, un apicultor asegura que sus colmenas resistieron la plaga de ácaros; cada caja lleva la estampa del santo y se rocía con agua bendita cada cambio de estación.
En la Sierra Tarahumara, mujeres rarámuri mezclan miel con hierbas y la ofrecen junto a su imagen, pidiendo que los brotes de gripe no crucen sus rancherías. Al paso de las brigadas médicas constatan menos contagios donde el altar de Roque permanece encendido.
Cómo entronizar la imagen de San Roque y bendecir las mascotas
La figura se coloca cerca de la puerta principal, señalando la calle, como “primera barrera” a cualquier virus. A sus pies se deposita una botellita de agua bendita y croquetas, recordando la solidaridad del perro.
Cada 16 de mes, se ungen los marcos de puertas con esa agua, rezando: “Que no entre plaga ni se apague la esperanza”. Después se da de comer las croquetas a un animal callejero, cumpliendo la promesa de caridad.
Quien viaja con mascota lleva una pequeña medalla de San Roque en el collar y pronuncia: “Protege su hocico y mis pasos”. Así, la protección del santo se extiende más allá del hogar, acompañando cada trayecto.

















