Jesús mío, te renuevo mi consagración ofreciéndome a ti en este nuevo día, para que dispongas de mi alma, de mi cuerpo, de mis fuerzas, de mi inteligencia y de mi voluntad
como te agrade.
Soy tuyo sin reserva alguna. Hazme fiel a tu amistad.
Concédeme vivir en este día con la ilusión de glorificar al Padre cumpliendo con fidelidad y constancia su voluntad.
Dame un corazón fiel que te ame apasionadamente, un corazón puro que te descubra en todo, un corazón desinteresado que se consuma solo por tu amor y por los intereses de tu reino; un corazón ardiente como el tuyo.
Haz, Jesús mío, que todos te amemos cada día más y seamos más fieles y esforzados apóstoles de tu reino.