Oh mi amado y milagroso señor de la caridad
Supremo monarca, hijo del padre eterno
Dulce Jesús mío, dueño de mi corazón,
En tu santo nombre glorioso
Y amparado en tu bondad y caridad.
Te pido ayuda
No tarde Jesús mío en auxiliarme cada vez que te llama,
Tú que eres infinitamente bueno, paciente y comprensivo
Te pido uses una vez más tu misericordia sobre mi.
¡Oh glorioso Arcángel! Príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales,
Custodio y defensor de las almas, guarda de la iglesia,
Vencedor, terror y espanto de los espíritus infernales.
Humildemente te rogamos,
Te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza.
Que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda, y que mediante tu incomparable protección,
Adelantemos cada vez más en el servicio del señor.
Que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida,
Especialmente en el trance de la muerte. Para que defendidos con tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por ti, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad.
Amén.